En cada canción.
En la marquesina del metro de Montera; en la Cava Baja, aunque no haya mantones colgados de ventana a ventana.
En cada puta encina de la Casa de Campo, en el chorro del lago, en el grijo del parking, en el aire cargado de semillas de plátano.
En el olor del chico que camina delante de mi en Madrid Río; en las canas del hombre que lee el 20 minutos en la parada del autobús.
En la casa de la puerta azul de Nothing Hill; en la mesa reservada del Libertad 8; en el escalón del almacén del Penta.
'Y aunque te quiero lejos', te busco en las aceras de tu barrio cuando me traiciona el GPS.
'Y aunque te quiero lejos', bajo las ventanillas del coche al acercarme a tu edificio... y respiro. Profundo. Y aguanto el aire dentro de mis pulmones, pensando que, tal vez, tu lo has respirado antes que yo. Y aunque sean sólo los deshechos del aire que tú no has querido los que invaden mi pecho, siento que mi sangre se oxigena con aliento de ti.
'Y si te quiero cerca', entonces suelto el aire, apago la música, doy un volantazo y recuerdo todo lo demás.
Y 'Madrid es gigante sin ti' y no soy capaz de abordarlo a mordiscos, despacio, lento, por partes. Y se me ocurre hacerlo subida en una BMW, pero nunca va lo suficientemente rápido como para dejarte atrás.
'Y una vez x semana, te escribo un poema y borro los versos...'
'Y si te quiero cerca'...
Créditos: Diego Ojeda, 'Una vez x semana'
Gracias.
Pelos de punta tras la lectura. Pelos de punta tras la escucha.
Te sienta bien el romanticismo.
Estoy pensando que quizá ha llegado el momento de plantearse una tertulia literaria donde hablar y leer de lo nuestro. ¿Qué me dices? ¿Pensarás este verano en la posibilidad de darle un hermanito al club de lectura?