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Foto del escritorLiber Alis

Septiembre, el mes de los clásicos

Hola.


Me cuesta un poco escribir la primera palabra del título de este post. Septiembre... Suena tan..."fin". Y nadie (de los nadies) ha definido tan bien esa sensación de perderlo todo al cambiar la hoja del calendario como mi poeta de cabecera.


Pero para El Club, Septiembre no es solo el mes de retomar la lectura compartida, sino que además es el mes de los clásicos.


Siguiendo con nuestro funcionamiento, elegimos el libro por votación y antes de dedicarle unas palabras al ganador, vamos a dar a lista de descartes (que no es moco de pavo):


  • Otra vuelta de tuerca, Henry James

  • La señora Dalloway, Virginia Wolf

  • Madame Bovary, Gustave Flaubert

  • Los dublineses, James Joyce

  • Orgullo y prejuicio, Jane Austen

  • Reencuentro, Fred Uhlman

  • Mansfield Park, Jane Austen


Y la elección para este mes:


EL RETRATO DE DORIAN GRAY, de Oscar Wilde.




No hay mucho que decir de esta novela que sea original. Sí, Dorian es un alter ego de Oscar. Sí, la novela es un cuento gótico que mezcla realidad y fantasía. Sí, el protagonista vende su alma al diablo por conseguir eso, que sigue siendo la panacea, eso por lo que compramos cremas, hacemos ejercicio, cuidamos nuestras horas de sueño, llevamos una dieta sana o evitamos los excesos. Todo eso que no tuvo que hacer el bueno de Dorian. Menudo cabrón.


El libro se publicó originalmente en 1890, pero luego sufrió algunos cambios hasta su versión definitiva. Decía Wilde que un retrato que le hizo la amiga de unos amigos le dio la idea. Al verse en la pintura, se lamentó de que esa imagen solo quedase congelada en el cuadro y se deteriorase en la vida real. ¡Ojalá fuera al revés!. El resto, lo leemos este mes.



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1 Comment


Recuerdo coger un pequeño libro en cuya portada la imagen de un joven hermoso, que con su cuerpo trataba de esconder un cuadro de un hombre monstruoso. Aquel pequeño libro hecho a propósito para atraer a jóvenes lectores,

entonces yo tendría unos 13 años, decidí al fin leerlo, digo esto porque solo mirar la portada me daba escalofríos, y siempre evitaba tocarlo.

Lento, una a una fui pasando las hojas del libro hasta caer rendida, terminé fascinada con esta obra.

Y claro junto con los porqué, cómo,y más preguntas que intenté me resolviera mi hermano mayor, otro gran lector.


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