En la última reunión del club surgió la pregunta. ¿Cual es la diferencia entre una novela policiaca y una novela negra?¿por qué no es Agatha Christie una escritora de serie negra? Creo que esta pregunta la podemos contestar casi todos aunque sea de una forma intuitiva, pero voy a intentar que quede todo un poco más claro porque, a ver, luego, delante de la máquina de café de la oficina, nos cuesta un poco más de razonar. Así que lo dejamos claro ahora, que no hay prisa, para así tener el razonamiento preparado para soltarlo en el momento adecuado. Y es que no es tan sencillo. Primero porque tenemos que diferenciar tres géneros, y segundo porque podríamos encontrar distintos subgéneros.
Antes de meterme en el tema, necesito dejar claro que tanto los formatos policiacos, como negro como de investigación trascienden formatos narrativos y lo podemos encontrar en novela, cine, comic, teatro y cualquier otra forma narrativa que podamos pensar. De hecho y como ejemplos, voy a poner varias series de televisión y películas. Ya, ya sé que esto es un club de lectura, por eso voy a hablar de un género netamente literario aunque sea ejemplificando con formatos televisivos. Género negro Este es un género de personajes y situaciones. Se caracteriza por un personaje duro, que ha tenido una vida difícil, normalmente un policía o detective privado aunque a veces tenemos abogados. Para este personaje, la calle no tiene secretos y se mueve igual de bien por los bajos fondos que entre la alta sociedad, porque lo suyo no es la situación, sino la gente. Estos personajes suelen tener un código de honor al que se agarran hasta sus últimas consecuencias. Y digo de honor porque la ética de esos códigos puede llegar a ser un poco confusa. Tenemos a malos muy malos que a veces son mafiosos, pero otras son millonarios a los que les molesta que les construyan una urbanización junto a sus tierras.
En este género, el crimen no es algo que siempre se persiga, a veces es parte de la vida de los protagonistas.
No voy a hablar de las novelas fundacionales, como El halcón maltes o Cosecha roja, esas ya las conocéis de sobra y todo el mundo recuerda a Humphrey Bogart con el sombrero y la gabardina. Sí, es un cliché, pero de momento nos vale. Otros personajes no tan estereotipados podrían ser el detective Carvalho, creado por Vázquez Montalbán. Un detective gallego que vive en Barcelona, gran amante de la buena gastronomía. También tenemos a otro autor, Juan Madrid, que ha adaptado varias de sus novelas al cine y, además, escribió guiones para la serie Brigada Central.
En el cine Español tenemos algún ejemplo de cine negro y la primera película que me viene a la cabeza es El Crack, de Jose Luis Garci. El protagonista es un detective, Germán Areta, que en el pasado fue inspector de policía. Además, en esta película vemos otra de las cosas que marcan el género: la ciudad como un personaje más. Y en este caso, Madrid durante las navidades de 1981. Ojo a los más mayores que leáis esto y veáis la pelicula, porque es una patada en la nostalgia.
Sí, Alfredo Landa. Sí, con una pistola. Sí, quién lo iba a decir. Claro que si una película empieza así, no puede ser mala. Como curiosidad, resulta que este género encaja especialmente bien con el mundo de los samuráis. Tipos rudos, supervivientes de su propio entorno, códigos de honor... así tenemos películas como 13 asesinos (dir. Eiichi Kudo), Harakiri (dir. Kobayashi Masaki) o Yoyimbo (dir. Akira Kurosawa) que son historias en las que encontramos todos los ingredientes de las mejores historias negras, pero sustituyendo las calles de una gran ciudad por el polvo del campo o de una aldea. (sé lo que estáis pensando, pero no, los 7 samuráis es un western, que también encaja muy bien con samuráis).
Policiaco
Este es más o menos sencillo también. Hay un crimen, normalmente un asesinato, y el desarrollo de la historia consiste en la investigación de ese hecho. Entre las diferencias que encontramos con las historias negras son que las historias policiacas no siempre se hacen en las calles, los personajes no están tan marcados y lo que importa es más el hecho a investigar que cómo este hecho afecta a los protagonistas que es algo que, normalmente, no suele ocurrir. Las tramas suelen ser realistas. Una hija envidiosa que mata a su padre multimillonario, un jefe que asesina al empleado que amenaza su puesto... en la mayoría de los casos, son historias que podríamos leer en un periódico.
Un ejemplo televisivo de este formato es Colombo. Al principio de cada capítulo de esta serie vemos un asesinato y, a continuación, vemos a un señor, con cara de despistado y aspecto de oler fuertecito, que tiene que investigar. Ya sabemos quién ha sido el culpable, pero el guion nos cuenta cómo se va a resolver la investigación para atrapar al asesino. En la literatura más castiza tenemos a la serie Plinio, de García Pavón, que nos cuenta la vida de un policía municipal de Tomelloso que tiene que investigar los crímenes de su pueblo, la España rural de los años 60. Plinio no es un tipo duro, es un empleado de ayuntamiento y padre de familia que tiene que resolver crímenes sin que sus vecinos se pongan especialmente nerviosos por la idea de pensar que hay un asesino entre ellos
Whodunit (Quién lo hizo)
Este es un género especialmente odiado por Alfred Hitchcock (muy a su pesar) pero del que Agatha Christie hizo una religión. Aquí de entrada no sabemos quién es el asesino, así que tenemos, junto al protagonista, realizar una investigación. Y hay que decir que siempre vamos a fallar, porque en los dos últimos capítulos de la novela o en los últimos 15 minutos de película, la autora (sí, la señalo a Ella directamente) se inventa una pista o un personaje que no había aparecido hasta ese momento y que lo cambia todo. Aquí, además, los investigadores no son siempre policías o detectives. A veces es una anciana entrometida, otras veces es un matrimonio millonario que se aburre, o incluso, como ocurre en El nombre de la rosa, un fraile inquisidor.
Las historias, claro, no son siempre de lo más creíble, pero es la creatividad del autor a la hora de presentar la trama lo que hace que sea interesante. Además, en muchas ocasiones, más de las deseables, el investigador "pasaba por ahí". Sí, el gran gran ejemplo de esto es Jessica Fletcher en Se ha escrito un crimen.
Este tipo de historias se han llevado tanto a la literatura como al cine, la televisión o el teatro. Una de las más detacables sería La huella (Anthony Shaffler), en la que únicamente dos actores pueden llevar el peso de toda la trama. Por cierto, otro whodunit de moda, Puñales por la espalda (Knives out, Rian Johnson), es todo un homenaje a la versión cinematográfica dirigida por Mankiewicz y protagonizada por Michael Caine y Laurence Olivier. Por supuesto, este género es altamente parodiable y así se hizo con muchísimo acierto en El juego de la soschecha (Clue en su título original. Sí, la película está basada en el juego de mesa). Para demostrar la aleatoriedad en la resolución de los crímenes, esta película tenía 8 finales distintos, uno por cada personaje, y las latas se repartían aleatoriamente entre los cines, de modo que si dos personas iban a ver la película a dos cines distintos, verían dos finales diferentes. Años más tarde se hizo una versión con todos los finales juntos.
A modo de epílogo voy a añadir que no he añadido a Sherlock Holmes en ninguno de los géneros anteriores. Este, que es un personaje con unas historias absolutamente fundacionales, le ha dado a cada uno de los géneros una parte, pero no puede pertenecer a ninguno de ellos. La investigación es aleatoria, razonada pero aleatoria. Los personajes son superficiales, aunque en muchas ocasiones trata de contarnos los trasfondos de Londres, aunque de una manera novelesca, claro. Holmes es él mismo y así debe de seguir siendo.
Pues lamento que no te gusten las contracciones anglosajonas pero, lamentablemente, el género existe y se llama así. No me culpes a mí, culpa a los anglosajones y su manía de ponerle nombre a todo. Además, el "quién lo hizo" no acaba de encaja bien y la contracción trata de ser una especie de desprecio, tratando a este tipo de historias como un género menos. Me gusta que hayas usado precisamente un gif de Jessica Fletcher, ejemplo elemental de este género. Hay un asesinato y la señora Fletcher se dedica a investigarlo. ¿Es una investigación policial? no. De hecho, en la mayoría de capítulos la buena de Jessica deja en ridículo a los policías que lo investigan. No suele haber pruebas…
Muchas gracias por traer mi género favorito al blog. Es un placer sentirse abrigada al respecto de las obsesiones más inconfesables y es que yo también prefiero las novelas en donde una persona mata a otra que esas novelas en donde todos se dedican a retroalimentarse de vida, amor y movidas de esas (parafraseando aquí con mucha libertad a G.K.Chesterton)
Ahora bien, no estoy demasiado de acuerdo con la clasificación. No me gusta el uso de contracciones fonéticas inglesas. Ni siquiera me gusta el uso de palabras inglesas en una conversación o texto en español (será una reminiscencia de los combates entre "medio hombre" y el Capitán Nelson). Eso del "Whodunnit" me resulta un invento del maligno. Una aberración estética…