Alfred Hitchcock
Siempre me ha parecido buena idea hacer la reunión del club de lectura en un sitio decadente. Pero no un poco decadente, un quiero y no puedo de la decadencia, sino en uno de verdad, porque me encantan y son mi debilidad. Y hoy, mientras desayunaba, he oído por la radio que han robado en una franquicia de sandwiches del barrio, que me parece un sitio maravilloso para hacer las reuniones del club. Reuniones en las que, por cierto, casi nunca se habla de técnicas narrativas como la que traigo hoy: el MacGuffin (o Mac Guffin o McGuffin, dependiendo del autor que lo escriba).
Siempre se ha dicho que lo crea Hitchcock, pero lo cierto es que el bueno de Alfred solo se limitó a darle fama. Pero ¿Qué es un MacGuffin? pues es una distracción intrascendente dentro de una narración, pero que sirve de excusa para el desarrollo de toda la historia. Por ejemplo, en El halcón Maltés el MacGuffin está en el propio título, porque lo que se investiga es el asesinato de un amigo del protagonista y que la estatuilla sea un halcón o sea maltés es lo de menos.
Hitchcock señala como gran inspirador a Rudyard Kipling, que en muchas de las historias que escribió sobre las guerras tribales en la frontera con Afganistán contra los ingleses, siempre había que robar los planos de una fortaleza, evento que genera el resto de la trama, pero que luego no importa y ese plano de la fortaleza, en muchos casos, no vuelve a aparecer. Solo sirve para que el protagonista se vaya a vivir una aventura.
Y esta es una de las reglas del MacGuffin clásico: si es una película de espías, hay que robar un plano, si es una película de policías o de ladrones, hay que robar joyas. Lo importante es que siempre tiene que haber un robo de por medio. Afortunadamente el recurso ha evolucionado y no siempre es así.
En el cine más ligero (series B especialmente) previo a Hitchcock, el MacGuffin ya aparece, solo que el uso es considerado como ridículo, ya que se desata al final haciendo que este sea casual y convirtiéndose en un anticlímax absurdo. Sin embargo, el gran hallazgo de este director fue dejar claro cual era el MacGuffin más o menos hacia el segundo tercio de la película. De esa forma, el espectador ya podía concentrarse en la historia principal y no sentirse defraudado.
Aunque muchas veces se ha dicho que el nombre de este recurso viene de uno de los guionistas favoritos de Hitchcock, en realidad no es así. Aunque lo que es cierto es que él insistía mucho a sus guionistas en que había que centrarse en esta parte del guion. Este nombre tan escocés proviene del siguiente ¿chiste? muy británico: dos hombres suben a un tren y uno de ellos deja un paquete en el portaequipajes. El otro le pregunta que qué lleva ahí, y contesta "Es un MacGuffin. Sirve para cazar leones en las montañas Adirondacks". Sorprendido, contesta "Pero en las Adirondaks no hay leones", "entonces eso no es un MacGuffin".
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