Se trata de un relato corto (apenas 66 páginas) que en su mayor parte es la traslación de una carta enviada por una joven en su lecho de muerte al hombre que ha amado toda su vida sin que él lo supiera.
Como señalaba Luis en una entrada anterior, existe un paralelismo muy evidente entre esta historia y la forma en que el autor y su primera esposa se conocieron. Al parecer, Friderike coincidió en un café de Viena con Stefan Zweig y a raíz de ese encuentro decidió enviarle una carta anónima. Aunque fuera anónima parece obvio que Zweig encontró la forma de localizar a la autora y eso dio lugar a su relación. No arriesgamos mucho si pensamos que probablemente este suceso fue la inspiración del relato que nos ocupa. Sin embargo, no creo que los personajes tengan nada que ver con los originales pues Friderike y Stefan, aún divorciados, mantuvieron el contacto hasta la muerte del autor, lo que habla de una profunda conexión entre ambos que permitió sobrevivir la amistad incluso más allá del amor. Algo destacable por lo inusual incluso en nuestros días.
Volviendo al texto, en él destaca el estudio psicológico de los dos personajes principales. Zweig demuestra una gran sensibilidad en la creación del personaje femenino que es, además el narrador principal, es decir, los ojos a través de los cuales lo vemos todo. Es presentada esta mujer con mucho respeto a pesar de que su comportamiento en esa época dista de la norma. Atención, spoiler alert!. Una mujer que lleva adelante un embarazo en soledad y que luego se vende (como ella misma explica) a hombres ricos para dar a su hijo una buena vida. Sin embargo, Zweig no la juzga, respeta sus elecciones ante sus circunstancias y sus emociones.
Yo no soy tan comprensivo con el personaje femenino; Lo que se puede entender en una adolescente ya no se entiende más allá de los diecinueve o veinte años. Su amor es enfermizo, no es nada realista sino que está tristemente sublimado. Diría que esta joven se ha dejado llevar por su fantasía hasta un punto en el que despertar a la realidad le hubiera supuesto afrontar su propia estupidez romántica. En mi opinión, no ha llegado en ningún momento a ser plenamente madura y responsable. Ha preferido habitar esa ilusión que ella misma ha creado hasta el final.
El personaje masculino que irrumpe en la narración como modélico va descubriendo poco a poco todas sus sombras. Al final, es un capullo impresentable: un hombre superficial en sus sentimientos, incapaz de amar y centrado solamente en sí mismo. En comparación con su mayordomo (el único personaje del que conocemos el nombre: Johann) es humanamente muy inferior. Lo que viene a resaltar, aún más, cuánto de vulgar deslumbramiento infantil ante el oropel del "escritor famoso" hay en el amor a tumba abierta de la protagonista femenina.
Desde luego el personaje del escritor es indefendible. Pero aquí quiero introducir un tema de debate para la reunión mensual del club (aunque yo no pueda ir, ahí lo dejo): Quizá Zweig no haga sino incidir en algo que he visto y oído tantas veces: esos dos personajes parecen representar modelos típicos femeninos y masculinos: la mujer que se obsesiona con un hombre y lo "recrea" para satisfacer sus expectativas sentimentales y el hombre que evita compromisos e incluso profundidad en sus sentimientos para construir la vida a su exclusiva medida y disfrute. Se suele hablar de mujeres muy pasionales y hombres muy inmaduros. ¿Son sólo personajes o representan tipos muy habituales y propios de cada género?
Bueno, lo dejo ya porque esto está tomando una extensión preocupante. Me he centrado en los personajes porque considero que ésta es una novela de personajes. No obstante, la lectura ha sido proverbialmente ligera y satisfactoria y eso es gracias a la prosa elegante y eficaz de Zweig. Leerle es como beber un vaso de agua fresca; da gusto y todo fluye con naturalidad aunque te cuente cosas tremendas.
Me encanta tu análisis, Hugo. Coincido con ese apunte que haces con respecto a la forma de escribir de Zweig. Lo dije por ahí, creo que en el foro. Es una lectura fácil, ligera y que a la vez te atrapa por lo bien construidos que están los personajes. No he leído a ningún crítico, articulista o lector que no diga esto mismo, así que lo doy como verdad absoluta. Igualmente, coincido con tu análisis de estos dos personajes del libro e incluso tengo los mismos problemas a la hora de aceptar ciertas cuestiones relacionadas con el ejercicio de la responsabilidad, tanto de ella como madre, como de él como ser humano adulto funcional (la vida misma).
Como dije en…
Permíteme que suscriba todo lo que has dicho y que añada una cosa más. Y es el Macguffin de la narración. Esto es, imaginemos que la novela comienza con «yo vivía con mi madre en un piso pobre cuando se mudó un hombre que...» la narración sería, sin duda, mucho más aburrida. Antes de comenzar el relato en si, ya conocíamos a uno de los personajes en esa especie de prólogo que es la parte en la que el protagonista llega a casa y se encuentra la carta. También podría haber usado la excusa de la carta para llevar el relato y hacer que el protagonista saliese a buscar a la mujer. Pero no, el hecho de que sea una…